EVALUACIÓN CURRICULAR
En la evaluación educativa, existen diferentes paradigmas que orientan distintas tendencias, enfoques, concepciones o modelos de concebir la evaluación de los aprendizajes.
Los
enfoques de evaluación de los aprendizajes, de acuerdo con Franco, N. y Ochoa,
L. (1997), y López, V. (2000) se comprenden cuando en su explicación se toman
en cuenta los modelos de pensamiento (la racionalidad técnica y la racionalidad
práctica) que los orientan, los cuáles se derivan a su vez de los paradigmas y
de las concepciones curriculares que les sirven de marco conceptual.
EVALUACIÓN EN EL PARADIGMA CONDUCTISTA
El conductismo ha sido una de las teorías
psicológicas que ha servido de base durante décadas para organizar las
prácticas educativas en las instituciones educacionales en Venezuela. Román, M.
y Diez, E., señalan que su metáfora básica es la máquina. “El modelo de
interpretación científica, didáctica y humana es la máquina, en cuanto medible,
observable y cuantificable. Parte de una concepción mecanicista de la realidad
entendida como una máquina”. Porlán, R. (1993) indica al respecto: “el
reduccionismo maquinista aplica el modelo de máquina artificial a la máquina
viva (alumnos)” afirma Morin, citado por el mismo Porlan, que la tecnología se
ha convertido en el soporte epistemológico de una simplificación y manipulación
inconsciente en nombre de la racionalidad. Gimeno, J, (1982) por su parte,
añade que el experimentalismo de base positivista es la base metodológica del
paradigma, acentuando el valor de lo observable y de lo cuantificable como
requerimiento de cientificidad. Se trata de un modelo cuya misión básica es
tecnificar el proceso educativo, sobre lo que llaman bases científicas y en el
que resaltan el valor de los objetivos en la enseñanza.
Es decir, que su plataforma de apoyo está referida a
las posturas que se tienen sobre el aprendizaje, sobre la adquisición y
modificación de las conductas y las condiciones de aprendizaje, utilizando
métodos de condicionamiento, y tomando en cuenta las condiciones de control y
la simplicidad del paradigma estímulo-respuesta. Los aprendizajes que se desean
alcanzar en los alumnos se expresan en forma de objetivos específicos
(propósitos) que vienen expresados en función de estímulos y de respuestas. De
allí que se le conoce mediante la expresión (C= E+R), en el que la conducta es
igual a estímulo más respuesta. Desde este punto de vista se tiene la creencia
que el alumno es un ser autómata al cual se le suministra “X” información y
produce un resultado determinado.
LA EVALUACIÓN EN EL PARADIGMA COGNITIVO
En contraposición con el paradigma conductista, el
cognitivismo se basa en el desarrollo de teorías psicológicas sobre la
personalidad y la inteligencia, con un enfoque sistémico caracterizado por el
procesamiento de la información y una didáctica centrada en procesos con un
currículo más abierto y flexible; en lo que concierne al diseño, la aplicación
y la evaluación, se han incorporado principios de la tecnología educacional al
proceso de enseñanza-aprendizaje desde el punto de vista del enfoque de sistemas.
Román, M y Diez, E. (1989), señalan que “la metáfora
básica subyacente es el organismo entendido como una totalidad. El ordenador
como procesador de información... Es la mente la que dirige a la persona y no
los estímulos”; al respecto, Mahoney (1974) en Pérez, A. y Almaraz, J. (1981)
expresan el modelo de procesamiento de información pone su énfasis en la
adquisición, almacenamiento y utilización de la información. Aunque el input
(entrada) y el output (salida) se emplean todavía como puntos de referencia, el
enfoque de procesamiento de información recurre a mediadores muy diferentes
para relacionar estos dos momentos.
En lugar de postular mecanismos ocultos de
estimulo–respuesta, adopta características estructurales y funcionales de otras
disciplinas como es el enfoque de sistemas, la teoría cibernética, los modelos
computacionales, etc.
Stenhouse, L. (1984), señala que el modelo
curricular de proceso parte de la premisa de que “el conocimiento posee una
estructura que incluye procedimientos, conceptos y criterios y que los
contenidos pueden ser seleccionarse para ejemplificar los procedimientos más
importantes, los conceptos clave y las áreas y situaciones en las que se
aplican los criterios”
La evaluación del proceso de enseñanza-aprendizaje
debe ser vista como una parte integrante del mismo y no como el acto terminal.
Rosales, C. (1990), al respecto, indica “que la evaluación forma parte
indisociable de la enseñanza... y actúa como un instrumento de autorregulación
y perfeccionamiento dentro del proceso instructivo”. Román, M y Diez, E.
(1989), añaden que se “valora tanto los procesos como los productos y será preferentemente
formativa y criterial”.
EVALUACIÓN EN EL ENFOQUE CONSTRUCTIVISTA
Sin menospreciar los aportes de la psicología
cognitivista y el conductista como marco explicativo del aprendizaje, ha ido
ganando terreno el enfoque educativo que estudia la evaluación a partir de las
relaciones que se establecen entre el sujeto y el entorno en el cual se
desarrollan las actividades. Porlán, R. (1993), indica: “la adopción de un
enfoque ecológico para explicar el desarrollo del conocimiento humano implica
sustituir el análisis sistemático de las actividades cognitivas por un análisis
poblacional y sistémico de las mismas”.
Cano, M. y Lledo, A. (1995), al explicar lo que se
entiende por espacio o entorno escolar, consideran que el mismo se refiere no
sólo al medio físico o material sino también a las interacciones que se
producen en dicho medio. Es por ello que se toma en cuenta la organización y
disposición espacial, las relaciones establecidas entre los elementos de su
estructura: dimensiones y proporciones, forma, ubicación, calidades del
material, etc. De igual manera, también se consideran las pautas de conducta
que en él se desarrollan, el tipo de relaciones que mantienen las personas con
los objetos, las interacciones que se producen entre personas, los roles que se
establecen, los criterios que prevalecen, las actividades que procuran, etc.
La escuela es interpretada desde el paradigma
ecológico como un ecosistema social humano, ya que expresa en realidad un
complejo entramado de elementos constituido por población, ambiente,
interrelaciones y la tecnología y de relaciones organizativas que la configuran
y la determinan como tal. Es decir, tenemos que ver a la institución educativa
en toda su complejidad, considerando todos los factores que intervienen en su
interacción entre sí y en su relación con el contexto en el cual se encuentra
inmersa. De esta manera, el aula de clase se convierte en un espacio en el que
los participantes construyen el significado en muchas situaciones (pautas de
conducta, modos de pensamiento, actitudes) las cuales están en continua
revisión y re negociación. El modelo educativo se corresponde con una enseñanza
participativa e interactiva, ya que se centra en lo que ocurre en la cotidianidad.
De esta manera se favorece que el aprendizaje sea significativo a partir de las
experiencias y vivencias de los alumnos en sus contextos naturales y sociales.
El currículo es abierto y flexible, sujeto a cambios
para facilitar redimensionar y reorientar el proyecto educacional acorde a las
necesidades de los alumnos y del contexto. Al respecto, Cañal, P. (1988),
señala se propone un currículo muy relacionado con el contexto cotidiano del
alumno, un currículo ambientalizado, en el que tenga cabida la reflexión sobre
la problemática del entorno y el lugar del alumno respecto a la misma y en
donde se produzca una verdadera permeabilización entre el sistema del aula y
los sistemas adyacentes.
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